El design thinking es un modelo de trabajo que se compone de cuatro fases principales. No es un proceso lineal y cerrado, sino un proceso iterativo para trabajar de forma ágil la identificación y construcción de conceptos e ideas.
La finalidad es tener organizadas las diversas herramientas, que en muchas ocasiones conocemos de forma aislada, pero que repartidas en distintas fases del proceso facilitan el trabajo profesional.
La primera fase del design thinking es mapear, que consiste en establecer el alcance y los objetivos y delimitar el contexto de trabajo en relación con lo conocido, lo desconocido y por conocer.
Muchas veces, un proyecto fallido puede ser consecuencia de un incorrecto planteamiento del problema en la etapa inicial. Por ello, desde el inicio no se deben buscar soluciones, sino la base de la búsqueda, es decir, para qué se hace el proyecto, para quién, de qué herramientas disponemos…
Algunas de las herramientas para mapear la propia empresa son: el business model canvas, el informe DAFO o los 5 porqués.
Algunas de las herramientas para mapear al usuario final son el mapa de empatía, el buyer persona y el customer journey map.
Para tener una visión general del proyecto, una retrospectiva de la organización y de nuestras posibilidades y límites.
Para identificar el usuario final, a quién va dirigido el proyecto. Es un paso fundamental para un correcto punto de partida.
Para establecer hipótesis de partida con respecto al usuario final, que utilizaremos como punto de inicio, y se validarán o modificarán en la fase de exploración.
Al principio de la metodología design thinking, en la primera fase del proyecto.